Friday, February 18, 2011

ESTAMPAS DEL OESTE - El alce sarnoso

Hay un bareto en Hill City, South Dakota, llamado Mangy Moose Saloon. Mangy Moose significa El alce sarnoso, que es un nombre muy apropiado para el lugar donde se desarrolló la historia que voy a contar y que oí ayer mientras comía, narrada por los que la presenciaron la noche anterior.

Un hombre, a quien llamaremos "el bajito" porque al parecer no era muy alto, según su amigo, el narrador de lo que aconteció, estaba en El alce sarnoso tomándose unos tragos de whisky, su bebida habitual. Crown Royal, para ser más exactos.

Cuando ya estaba bastante cargado, entró en el bar otro hombre, este ya más corpulento, vaquero de profesión, a quien nos referiremos aquí como "el vaquero", para entendernos.

Como es frecuente, el alcohol seguramente operó en el bajito el efecto de hacerle sentir más grande, más poderoso, y para demostrar su coraje empezó a meterse con el vaquero. Entre otras lindezas, le dijo que ese sombrero que llevaba era una prueba de que se tiraba a las ovejas. Esto no gustó al vaquero, quien a su vez preguntó al bajito que de dónde era. El bajito respondió que de allí mismo, a lo que el vaquero contestó que no parecía, porque para ser de allí tenía demasiados dientes.

¿A quién le gusta que le digan que tiene demasiados dientes para ser de un sitio? A nadie, eso no le gusta a nadie, y al bajito tampoco le gustó, por lo que, armado de su valor etílico, se lió a puñetazos con el vaquero. Sería por la diferencia de tamaño o por cualquier otra razón, pero el caso es que el vaquero le dio y le dio al bajito. Vamos, una paliza. El vaquero estaba tan seguro de que aquella pelea estaba ya extinta que se puso otra vez el sombrero.

Quizá el bajito, por la analgesia del whisky, no sintió mucho dolor en su cuerpo, no sabemos. Lo que sí parece que sucedió es que su orgullo sufrió tal humillación que se fue a su coche y volvió al lugar de la pelea, esta vez armado con su rifle, dispuesto a matar al vaquero. Ni más ni menos. A matarlo. Afortunadamente, los demás parroquianos, incluidos los amigos del bajito, seguían de cerca la pelea y en cuanto lo vieron aparecer con el rifle se echaron encima de él, lo tiraron al suelo y le quitaron el rifle que, por supuesto, estaba cargado.

El camarero, mientras el narrador daba detalles del lamentable estado en que se encontraba el bajito, exclamó: ¡tengo fotos, tengo fotos! Y sacó su teléfono móvil y mostró las fotos a la concurrencia, fotos que se había entretenido en tomar en el fragor de la pelea, no sabemos si como simple curiosidad o quizá en previsión de cualquier problema que pudiera surgir con posterioridad. Quién sabe, quizá una reclamación al seguro de su camioneta, que según contaba había quedado bastante manchada de sangre, aunque los daños no habían sido mayores gracias a la robustez de la carrocería.

El bajito, decían, se había marchado con los pantalones llenos de sangre y barro.

El camarero, como prueba irrefutable de la veracidad de los hechos narrados, se metió una mano en el bolsillo del pantalón y sacó las seis balas del rifle del bajito.

1 comment:

  1. Although I cannot read Spanish, I do recognize the Mangy Moose, as a long time character from the wild western saloons. Will we see him displayed soon on a quilt?

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