Estoy en Madrid, ahora mismo en casa de Marga, que casi no puede hablar (pero habla, como siempre, por los codos).
Hemos pasado el día juntas, un día estupendo. Hace una temperatura que no parece, desde luego, de otoño, sino más bien de primavera o incluso verano. Sin embargo, veo a mucha gente con el abrigo puesto. Pobrecillos, no saben lo que es el frío.
He paseado por el centro de Madrid, la Plaza de España, la Gran Vía, la calle de la Princesa..., todos esos lugares siempre atestados de gente que va y viene no se sabe adónde.
Hemos comido en Los Angeles, un restaurante en Argüelles. De primero, unos judiones con morcilla para chuparse los dedos. De segundo, yo, que soy una floja, me he tomado una fritura andaluza. Marga, con más voluntad, se ha zampado un codillo a la gallega. De postre, flan. Flan con pan, naturalmente.
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